Un product manager tiene que hacer “lo que haga falta” para que crear un producto técnicamente viable, usable y de valor para el negocio. Martin Eriksson sitúa al manager de producto en la intersección entre tecnología, experiencia de usuario y negocio.
Veamos brevemente en qué consiste cada una de estas parcelas desde el punto de vista de producto.
Negocio. El producto tiene que servir a los objetivos de la empresa, es decir, contribuir a la consecución de los OKRs del negocio. Lo habitual es que, de una forma u otra, estemos hablando de aumentar los ingresos o de reducir costes, y de hacerlo con la menor inversión de recursos posible. Esto no implica que el product manager tenga que tener un máster en contabilidad o en gestión de empresas; significa que el manager de producto tiene que tener un entendimiento profundo de la estrategia de la empresa y del sector en el que se incardina. Por esta misma razón, el Chief Product Officer debe ser parte del board o equipo de dirección.
Experiencia de usuario o cliente (UX). El product manager no tiene por qué ser un diseñador de interfaz ni dedicarse exclusivamente a hacer investigación de usuario. Pero sí que es importante dedicar tiempo a trabajar con los diseñadores y a hablar con los clientes, a analizar su feedback y los datos de uso. En mi opinión la obtención de este feedback de primera mano es algo que no se debe delegar: nada como hablar con tus clientes para saber qué quieren, al margen de que luego puedan elaborarse informes cualitativos, encuestas, tests, etc. Una de las tareas principales del manager de producto es representar la voz del cliente internamente.
Tecnología. Un product owner no tiene que saber programar. Sí debe ser capaz de entender cómo va a desarrollarse el producto o plataforma, usando qué stack tecnológico y con qué implicaciones en cuanto a tiempo y posibles limitaciones. Dicho de otra forma, debe saber comunicarse a la perfección con el equipo de desarrollo. Ojo, hay gente que dice que un product manager sí que debe saber programar. Así, en las tecnológicas tipo Facebook o Google es casi obligatorio que sean ingenieros informáticos o similar -al escribir esta frase, por cierto, he intentado pensar en cuándo fue la última vez que vi una innovación en condiciones por parte de Facebook o Google: ni me acuerdo-.
Por lo general, el peculiar cruce de caminos entre estos tres campos explica que los product managers tengan un origen diverso. Algunos son ingenieros que empezaron como programadores y luego asumieron una posición de producto; otros empezaron como diseñadores y se manejan a la perfección con Photoshop o Sketch; otros vienen de hacer desarrollo de negocio, operaciones o fueron CEOs (me incluyo en este último grupo).
Es difícil encontrar a un manager de producto que tenga un conocimiento exhaustivo de las tres áreas. Lo habitual será encontrar a alguien que sea fuerte en una de las tres y que haya desarrollado las otras dos en mayor o menor grado. Lo que de verdad important no es tanto el dominar cada una de las tres parcelas en profundidad, sino saber desenvolverse bien en la intersección. Para ello será fundamental poseer lo que los ingleses denominan soft skills; o sea, tener la habilidad de trabajar en equipo para poner en producción un producto que responda a las necesidades del cliente y del negocio, sin haberlo diseñado ni programado necesariamente. Pura magia.
Dependiendo del tipo de empresa y de la etapa en la que se encuentre, el día a día del product manager puede ser de lo más variopinto; algunas de las tareas concretas que puede conllevar son:
- Entrevistas con clientes o usuarios
- Análisis de datos de uso y ventas
- Análisis del feedback de clientes o usuarios
- Desarrollo o actualización del roadmap de producto
- Establecimiento de prioridades y gestión del backlog de producto
- Desarrollo de historias de usuario y especificaciones
- Diseño de wireframes o mock-ups
- Diseño de encuestas, focus groups, prototipos, experimentos y A/B tests
- Definición de MVPs e iteraciones de producto
- Testeo de producto
- …
Quizás la función más relevante sea la de liderar el proceso agile: tomar decisiones constantemente sobre qué debemos hacer, según la información que recibimos de los clientes, y ayudar al equipo de producto a que entregue lo antes posible.