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En Buen jefe, mal jefe, tras el éxito de su obra anterior, Estúpidos no, gracias, Robert I. Sutton habla con rigurosa claridad sobre lo que hacen los buenos y los malos jefes. Utiliza numerosos ejemplos y casos reales que hacen de este libro toda una referencia para jefes en cualquier organización y sector. El razonamiento de partida es que todos los jefes son imbéciles, si bien pueden actuar para serlo en menor medida.
A lo largo del libro, Sutton procura numerosos consejos para convertirse en un buen jefe; entre otros, me gustaría recalcar los siguientes 10:
- Encontrar un punto de equilibrio entre ser y no ser autoritario: “los jefes que son demasiado autoritarios perjudican las relaciones con los superiores, compañeros y subordinados; pero los que no lo son lo suficiente no presionan a sus subordinados para que alcancen objetivos difíciles”.
- Ser consciente de que los demás observan al jefe en detalle (cómo viste, qué dice, qué hace …), a la vez que la percepción del jefe sobre sí mismo puede estar distorsionada.
- Proteger al equipo a cargo a toda costa, es decir, «hacer de escudo» ante interrupciones en el trabajo, ante otros jefes imbéciles, clientes imbéciles, etc.
- Ser tenaz, trabajar día a día para conseguir objetivos a largo plazo, al tiempo que se valoran las “pequeñas victorias”, es decir, la resolución de problemas o tareas menores que en su conjunto resultan en la consecución de los grandes objetivos.
- Transmitir confianza y no dejarse llevar por la indecisión. “Como director, se cuenta con 3 armas: «sí», «no» y «no lo sé». Utilícelas. No titubee; siempre puede cambiar de parecer más adelante”.
- Asumir la responsabilidad ante situaciones indeseadas y trazar un plan de acción para su corrección, por cuanto ello denota control y aprendizaje (por ejemplo, en respuesta a una situación de contaminación alimenticia).
- Saber dirigir las discusiones, sin que haya perdedores; “discute como si tuvieras razón y escucha como si estuvieras equivocado”.
- Dar mensajes sencillos y repetitivos («sencillo como en barrio Sésamo»).
- Dar por hecho lo mejor (por ejemplo, que el equipo cumplirá unos determinados objetivos);
- No eludir el «trabajo sucio» o las decisiones desagradables (como, por ejemplo, un despido).
Foto: captura del video «Like a boss».