Comentario sobre The one minute manager («El ejecutivo al minuto»)

  • 8.5/10
    Utilidad práctica - 8.5/10
  • 7/10
    Carácter inspirador - 7/10
  • 6.5/10
    Profundidad, detalle - 6.5/10
  • 7/10
    Entretenimiento - 7/10
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The one minute manager («El ejecutivo al minuto» o «El gerente al minuto») es una guía rápida o ensayo recordatorio sobre algunos de los principios básicos de la gestión de personas. Es una lectura rapidísima, escrita en un lenguaje sencillo y coloquial. No hay números ni tecnicismos. Los autores,  Ken Blanchard y Spencer Johnson, aseguran que este libro es la síntesis de diversos estudios de medicina y ciencias conductuales, así como de su propia experiencia acerca de cómo las personas interactúan entre sí para producir los mejores resultados. No obstante, su contenido en ningún caso es revolucionario, y puede que esa sea la virtud más destacada de The one minute manager: su simplicidad y el apelar a rasgos básicos del comportamiento humano que todo manager debe conocer.

El punto de partida de este título es una pregunta que se me antoja ‘universal’, aplicable a gestores de cualquier nivel en la escala jerárquica y sector industrial: ¿Soy un manager democrático y “bondadoso”, que se interesa por su equipo, o soy más bien dictatorial y me oriento puramente a resultados? ¿Existe un punto medio que me permita ser un manager genuinamente efectivo? Con objeto de resolver esta suerte de paradigma del directivo eficaz, los autores desarrollan el concepto de one minute manager a lo largo del libro.

La narración relata, a modo de fábula, cómo un joven lleno de curiosidad acude en la empresa donde trabaja el renombrado ‘one minute manager’, con la intención de descubrir los secretos de su tan afamada forma de gestión. Tal y como el propio directivo afirma, un ejecutivo al minuto es el que, invirtiendo relativamente poco tiempo en sus subordinados, logra obtener resultados sobresalientes de aquéllos (“I’m a One Minute Manager. I call myself that because it takes very little time for me to get very big results from people”). La noción de ejecutivo al minuto abarca tres técnicas complementarias que enumero a continuación:

  • One minute goal setting (fijación de metas al minuto), que consiste en acordar objetivos con los subordinados y especificarlos por escrito, en un folio y menos de 250 palabras; esto permite establecer qué se entiende por un rendimiento adecuado, al tiempo que facilita el posterior seguimiento de los objetivos así fijados.
  • One minute praising (alabanzas al minuto), esto es, fomentar una cultura en la que, en lugar de ‘pillar’ a los empleados cometiendo errores, el manager ha de intentar identificar cuándo los subordinados han hecho algo correctamente, y felicitarlos por ello (“Help people reach their full potential. Catch them doing something right”). Esta técnica de alabanzas es especialmente importante cuando el subordinado ha asumido nuevas tareas o responsabilidades y necesita ganar confianza; los autores recomiendan, por ejemplo, un apretón de manos para demostrar un reconocimiento inequívoco.
  • One minute reprimand (reprimendas al minuto), es decir, hacerle saber al subordinado que ha cometido un error, inmediatamente y con fundamento en hechos concretos, a fin de que este error no se vuelva a repetir –esta inmediatez contrasta, por cierto, con las habituales reuniones de evaluación, a menudo de carácter semestral o anual-. Los autores subrayan que las reprimendas al minuto engloban dos aspectos diferenciados e íntimamente ligados: primero, la comunicación del error tan pronto como se identifica, y, acto seguido, la alabanza o señalamiento de la competencia y estima para con el subordinado. Como indica el one minute manager de nuestro relato, “My purpose is to eliminate the behaviour and keep the person”. Para aplicar esta técnica debidamente, es importante indicar al empleado por adelantado que se le va a proporcionar feedback sobre su comportamiento, tanto en sentido positivo como negativo.

Al hilo del tercer punto comentado, quizás mi frase favorita la pronuncia el One Minute Manager cuando admite que ‘you have to care enough to be tough. And I am. I am very tough on the poor performance – but only on the performance. I am never tough on the person. La obligación de todo manager es ser absolutamente honesto sobre el rendimiento de cada cual, y ello sin menoscabar en ningún caso el respeto en la esfera personal. El directivo al minuto es, por tanto, aquel gerente que es capaz de establecer un acuerdo claro sobre las metas a conseguir y que sabe comunicar acerca del comportamiento individual de manera adecuada, ya sea a modo de elogio o reprimenda; y, ante todo, en mi opinión, es un gerente honesto y que dice las cosas “de frente”.

Más allá de estas técnicas de gestión en particular, Ken Blanchard y Spencer Johnson vienen a defender que este método permite a las empresas formar a auténticos ganadores, es decir, a individuos altamente productivos. Probablemente esta sea una de las claves principales de esta obra: todos podemos aprender a ser un one minute manager, y después enseñar a otros a serlo, y así contribuir a la prosperidad de las empresas por las que trabajamos y de nuestras propias carreras profesionales.

Gracias a su sencillez, The one minute manager ha vendido más de 10 millones de ejemplares desde su publicación en 1982, convirtiéndose un best seller internacional. Son interesantes las reflexiones que Ken Blanchard ha hecho más recientemente, al referirse a Jesús como el primer one minute manager, o, en términos más amplios, como auténtico líder y visionario. Y es que tanto fue el éxito que el autor alcanzó desde la aparición de este libro, éxito en su opinión desproporcionado para su propio talento y el de su co-autor, que, según ha declarado, comprendió entonces que el Señor le había encomendado la tarea de promover y enseñar sus ideas sobre liderazgo. Ken Blanchard ha publicado decenas de libros sobre liderazgo y gestión directiva; entre otros, destacaría Raving Fans: a revolutionary approach to customer service.

 

Photo by Steve Jurvetson, «Bezos’ Iconic Laugh».

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